No llegó a ningún ranking en 1987, pero este himno festivo parece haberles dado a The Ramones algunos aplausos póstumos. Es una canción típica de Joey: la progresión de acordes 1-4-5 se remonta a su primer sencillo The Blitzkreig Bop y más allá de la prehistoria del rock; el tono anhelante y llano de la voz y la letra de Joey (en retrospectiva, es difícil no ver esto como una súplica a su compañero de banda y archienemigo, el guitarrista Johnny); y, por supuesto, la inocencia que lo distinguía de cualquier otro punk.
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